Seguro que te has fijado que, de un tiempo a esta parte, todos los coches llevan posavasos. En España resultaba una opción muy americana, siempre muy vista en las series y películas que llegan desde el otro lado del Atlántico pero actualmente, aunque pueda parecer mentira, es uno de los elementos más valorados y utilizados por los conductores. Y es que, no nos engañemos, resulta tremendamente práctico poder dejar la botella de agua o la lata de refresco bien sujeta y a mano.
Todo comienza en Estados Unidos, donde los ‘auto-restaurantes’, aquellos que no requieren de bajarse del coche (se les conoce como ‘drive-in’ o ‘drive-through’), llevan en funcionamiento desde 1921 nada menos. Fue una fórmula que se extendió incluso a los cines y así, hasta hoy, que resulta algo de lo más normal. Al mismo tiempo, los fabricantes pusieron de su parte instalando pequeños posavasos abatibles en las plazas traseras de los coches y poder aprovechar la comodidad de pedir sin tener que aparcar.
No obstante, el motivo real de la expansión de los posavasos fue un suceso acaecido en 1994, también en Estados Unidos. Una ciudadana de Albuquerque, Stella Liebeck, pidió un café en la ventanilla de un McAuto de su localidad de residencia desde el asiento del copiloto del Ford Probe de 1989 que conducía su nieto. Un modelo que no tenía posavasos. Stella colocó el café entre sus piernas y procedió a retirar la tapa para agregar azúcar, momento en el cual, se derramó el contenido por las piernas y la pelvis. Esto tuvo como resultado quemaduras de tercer grado en el 6% de su cuerpo y se vio obligada a pasar ochos días hospitalizada y que afectaron negativamente a su salud.
Stella, tras lo sucedido, intentó que la compañía McDonald se hiciera cargo de los gastos de hospitalización (en Estados Unidos no hay Seguridad Social como en España, esas cosas hay que pagarlas) y que la compensara por las lesiones sufridas. Sin embargo, la compañía ofreció una compensación muy por debajo de lo esperado y esta anciana, sin pensarlo mucho, presentó una querella contra la multinacional. Una denuncia que según muchos, era frívola y sin ninguna oportunidad de ganar.
El resultado de la querella fue una indemnización de 2,86 millones de dólares para Stella, una cuantía que tuvo que pagar McDonalds. Ford, que no se vio en ningún momento afectada ni tuvo que pagar ningún tipo de compensación, anotó muy bien todo lo sucedido. Para evitar posibles denuncias posteriores, ningún constructor de vehículos, especialmente norteamericano, se olvidó de incluir posavasos en sus coches.
Y esta historia es real…