En los últimos años, mucho se ha estado hablando de la evolución tecnológica de los automóviles modernos y de la llegada de los motores eléctricos. Cosas que marcarán el futuro de la industria, cierto, pero enmascaran otros apartados que merecen la misma o incluso una mayor atención, como lo es la seguridad.
Actualmente y desde hace varios años, disfrutamos de vehículos espectaculares en cuanto a equipamiento de seguridad y comportamiento en caso de accidente. Automóviles construidos alrededor de una célula de seguridad que rodea y protege a los ocupantes casi como si fuera un auténtico tanque.
Las pruebas de impacto que realizan organizaciones como EuroNCAP son la mejor muestra: habitáculos indeformables, un número elevado de airbags que aíslan a los ocupantes de golpes contra zonas duras del interior y exterior del coche, sistemas capaces de frenar el vehículo en caso necesario sin acción del conductor y un dispositivo que mediante un botón permite avisar a los cuerpos de rescate sobre un accidente y su localización.
Una de las marcas que más está destacando últimamente es la japonesa Mazda, que ha llegado a lograr, según datos de EuroNCAP, un 99% de protección para ocupantes adultos. Se trata de la nota más alta que se ha conseguido en los test que realiza esta organización y se ve completada con un 86% de protección para ocupantes infantiles y un 80% de protección en caso de atropello.
Sin cifras realmente espectaculares, que muestran el camino tomado por los fabricantes para mejorar la seguridad de sus productos. Pero Mazda no es la única, Mercedes, Ford y Opel también han destacado por los resultados obtenidos, en especial esta última firma y con el Opel Corsa, que ha logrado un 84% en protección de ocupantes adultos, un 86% para niños y un 66% en protección de usuarios vulnerables de la vía (ciclistas y peatones).
La evolución en el desarrollo y los conocimientos en materiales han permitido alcanzar cotas de seguridad espectacularmente altas. Nunca ha habido coches tan seguros como los actuales.