Alemania es uno de los países referentes en Europa. Son gente aplicada, ordenada y educada o esa imagen tenemos de ellos. Sus automóviles están considerados los mejores del mundo, o casi, mientras que sus carreteras son famosas por su bajo índice de siniestralidad y por la posibilidad de circular a velocidades realmente elevadas.
Se trata del último país de occidente donde las carreteras no tienen límite de velocidad, aunque esto no es del todo correcto. En realidad, los límites de las famosas autobahn alemanas son variables en función de la meteorología, de la densidad del tráfico y sobre todo, del número de accidentes que se sucedan en un tramo determinado. Es posible ver zonas donde no hay límites de velocidad, mientras que unos kilómetros más adelante no se pueden superar, por ejemplo, los 150 km/h.
En total, son casi dos tercios de sus carreteras las que cuenta con este tipo de regulación, de un total de 13.00 kilómetros de autopistas. No obstante, ese tercio de autopistas sólo representa el 6% de la red vial alemana y por tanto, los tramos con límite variable son muy pocos.
Sin embargo, hay muchos en el país germano que quieren acabar con esa característica, como los Verdes o el Sindicato de Oficiales de Policía Alemanes. Unos esgrimen argumentos como la ecología y la seguridad, mientras que otros piensan que superar los 200 km/h en carretera abierta es una locura y debería estar penalizado con diferentes sanciones. De hecho, se ha llegado a presentar una propuesta de ley para acabar con esos tramos sin límite o límite variable.
Pero el ministro de transportes alemán, Andreas Scheuer, asegura que imponer límites desafía el sentido común y el Bundestag (el parlamento alemán), ha rechazado con una enorme mayoría la imposición de límites de velocidad. Han sido un total de 498 votos en contra frente a 126 a favor. Una derrota apabullante.
Así, Alemania seguirá siendo el paraíso de la velocidad, en lugar donde los Mercedes más lujosos y los Audi más potentes podrán campar a sus anchas. Es más, muchos aficionados al automóvil viajan a Alemania para visitar el mítico circuito de Nürburgring y de paso, dar rienda suelta a sus ansias velocistas sin que ello suponga una merma de su cuenta corriente. Además, los fabricantes alemanes aprovechan esos límites variables para probar sus deportivos más novedosos y sus modelos más populares.