Muchas veces, cuando pensamos en vender el coche, se nos pasan por alto algunas cosas que pueden hacer que nuestra oferta sea poco interesante. En general surge por pura costumbre, ya estamos acostumbrados a ello y no nos fijamos, pero en otras es porque la gente es un poco ‘dejada’ y piensa que no es para tanto. Pero cuando se trata de olores, lo mejor es evitarlos o eliminarlos, porque de eso va el tema en esta ocasión, de olores.
Seguro que alguna vez te has ido a subir en el coche de alguien y al abrir la puerta, le ha golpeado en la cara una ráfaga de olor poco agradable que ha provocado que te pienses dos veces si subirte en el. Cierto es que con el paso del tiempo el olor parece desaparecer, pero en realidad es que nuestro sentido del olfato se satura y dejamos de olerlo, pero sigue ahí. Esto, cuando no es tu coche importa poco, también puede ocurrir con tu coche si no tienes intención de venderlo, pero cuando lo ponemos a la venta, la cosa toma otra importancia; pocos compradores se quedarán un coche que huele mal a no ser que sea muy barato o sea, realmente, una unidad muy interesante por precio y características.