Las retenciones de tráficos y los atascos son el pan de cada día para todos aquellos que realizan muchos kilómetros al año, acuden al trabajo cada mañana en su coche particular o viven en el centro de las grandes ciudades. Son muchos los coches que circulan por nuestras carreteras y cada día que pasa, el número aumenta, pero el espacio disponible es el mismo. El resultado son más atascos y una circulación más complicada. Es una situación que los conductores que viven en las afueras de las grandes ciudades sólo sufren de vez en cuando.
Pero no todos los atascos de tráfico tienen que ver con la densidad de la circulación. Hay ocasiones en las cuales, la circulación se ralentiza por otros motivos que poco tienen que ver con el número de vehículos en las carreteras, dando lugar a lo que se conoce como ‘atascos fantasma’. Son situaciones que aparecen de golpe, pero desaparecen con la misma rapidez y siempre se repiten en zonas muy concretas: salidas de autopista, incorporaciones, estrechamientos…
Los atascos fantasma se produce por una serie de acciones por parte de los conductores, que por una reacción en cadena, afecta a todos los vehículos que llegan por detrás. Uno de los principales motivos que ocasionan estas retenciones se centra en la densidad de vehículos en un mismo carril sin respetar la distancia de seguridad debidamente. Si el coche que va delante realiza algún movimiento, ya sea frenar o desplazarse lateralmente (y sin señalizar), provoca un frenazo repentino en el que circula justo detrás, que a su vez obliga al siguiente coche a frenar y así sucesivamente provocando una reacción en cadena que afecta a un elevado número de usuarios. Esto compromete la circulación y provoca las retenciones.
Otro de los motivos suele ser el poco civismo de algunos usuarios de la vía, que circulando por el último carril de una autopista, cruzan desde aquel hasta el situado más cortando todos los carriles de la autopista y obligando al resto de conductores a frenar para evitar golpearse (el gif que aparece justo encima de estas líneas ilustra a la perfección la situación). Obviamente, esto afecta a todos los coches que vienen por detrás y acaba provocando los atascos fantasma, que se desvanecen rápidamente. Una situación similar es la que ocurre cuando una alta densidad de vehículos quieren abandonar la autopista por la misma salida, pero no quieren esperar la cola que se ha formado y avanzan por el carril más inmediato a la ‘caza’ de un hueco para colarse. Esto conlleva maniobras bruscas y una circulación muy lenta, que obliga a todos los que le suceden a circular igual de despacio o a realizar frenadas bruscas.
En poblado también es muy normal encontrar atascos fantasma. Son producidos por situaciones similares a las ya mencionadas y además, debemos sumar cruces y semáforos. Aquí, lo normal es que no se frene ante una luz ámbar o no se respete los cruces. Según la normativa, y no sin razón, si vemos que por motivos de circulación nos quedaremos parados en mitad de un cruce, nos detendremos antes del mismo sin invadirlo. Algo que la mayoría de la gente no suele cumplir nunca y provoca que el resto de usuarios no puedan desplazarse hasta que el coche detenido en medio del cruce se aparte. En ocasiones es muy rápido, pero en otras, puede ser eterno y deja de ser un atasco fantasma.
Son una serie de acciones que generan, por así decirlo, un efecto acordeón. Los primeros vehículos en frenar obligan a los que vienen detrás a realizar la misma acción. Mientras estos frenan, los primeros ya están circulando sin impedimento. Los siguiente comienzan a circular pero los que van llegando se ven obligados a parar…
¿Se pueden evitar? Si, por supuesto, respetando las normas y al resto de usuarios de la vía. El civismo es muy importante a la hora de conducir, pues lo menos que puede ocurrir es que provoquemos un atasco. En el peor de los casos, podríamos crear un accidente.