La dirección asistida lleva siendo equipamiento de serie en los automóviles desde hace décadas, aunque es posible encontrar coches sin ella matriculados en 1995, por ejemplo. La dirección asistida hizo de la conducción una acción mucho más cómoda en parado, y en ocasiones incluso más segura al permitir un manejo mucho más rápido. Pero como todos los mecanismos que incorporan diversos componentes, también pueden suponer una fuente de averías.
Es rara, terriblemente raro, que una dirección asistida ofrezca problemas a lo largo de la vida útil de un vehículo, pero eso no quiere decir que estén exentas de los mismos. El inconveniente más común es que la dirección se pone dura, que cuesta mover el volante tanto en alta velocidad como en baja, aunque no siempre es problema de la dirección. Sin embargo, es importante que centremos la atención el resolver el problema lo antes posible si nos encontramos en esta situación, ya que estamos ante una avería que puede ser peligrosa.