Durante los últimos años hemos sido testigos de una moda que, a simple vista, es genial, pero en el fondo no lo es tanto. Los fabricantes han decidido eliminar los botones físicos de toda la vida de todos sus coches, o casi, para sustituirlos por pantallas táctiles que permiten diseños espectaculares, una imagen sorprendente y controlar todas las funciones del coche desde el mismo sitio.
Así, marcas como Audi han desechado todo lo que sea ‘analógico’ para dar cabida a lo digital. La propia firma alemana es una de las más implicadas en este apartado, con instrumentación digital configurable, control de la climatización desde pantallas táctiles, espejos laterales mediante cámaras en las puertas… y no es el único, porque Renault también está dotando a sus coches de grandes pantallas, al igual que Ford, Honda o Citroën.
Por un lado, estas pantallas son lo último en tecnología, desarrollos cuidadosamente estudiados y completados para ofrecer un funcionamiento intuitivo y seguro cuando se conduce. Ofrecen una imagen muy llamativa, tecnológica y avanzada, que hace las delicias de muchas personas y que además, son uno de los motivos de venta de los últimos años. Sin embargo, tienen sus inconvenientes ya que, como punto negativo más importante, obligan a desviar la mirada de la carretera para su accionamiento; son una distracción.
Es precisamente lo que han pensado en Mazda. La firma japonesa a anunciado que no pondrá grandes pantallas táctiles en sus coches porque presentan riesgos claros: el conductor tiene que retirar la vista de la carretera y tocarlas para controlar sus funciones, provocando distracciones y por tanto, aumentando las posibilidades de accidente. En su lugar, Mazda colocará los clásicos botones y diales ‘de toda la vida’, más sencillos de controlar sin tener que desviar la mirada de la carretera.
Una decisión que contrasta con las modas y con soluciones empleadas por marcas como Tesla, cuyos vehículos no tienen botones y que presenta el caso más extremo de todo el mercado con el Tesla Model 3, que tiene un interior casi desnudo y monta una gigantesca pantalla en el centro, casi un televisor, para todas las funciones, incluido el velocímetro.