En pleno Siglo XXI la potencia ya no es un factor determinante en la compra de un coche, tampoco lo son las prestaciones y ya no se alardea de lo poco que se tarda en un viaje hasta Valencia. Actualmente el factor determinante en la compra de un coche y que más seguidores tiene, es la eficiencia. Es decir, obtener las mejores prestaciones con el mínimo consumo posible. Los conductores buscan coches que gasten poco, alardeando de haber conseguido los consumos más bajos entre los amigos, chuleando de coche eficiente.
Las normas anticontaminantes y un cambio de la mentalidad de los conductores ha provocado que los fabricantes inviertan muchos recursos en la creación de coches que consumen poco, muy poco. Cada día se lanzan coches más eficientes recurriendo a toda la tecnología e ingenio que puedan aprovechar y por supuesto, inventar y crear. De aquí nació por ejemplo el famoso ‘downsizing’, una reducción general de las cilindradas de los motores acompañada de avances como la inyección directa de alta presión o la inclusión de doble sistema de impresión (directa e indirecta), sistemas de sobrealimentación por turbo, compresor o los dos a la vez, desconexión de cilindros, recirculación de gases quemados y por supuesto, la proliferación de los motores híbridos y eléctricos.